22.10.10

Periodismo

A 30 AÑOS DE LA MUERTE DE CÉSAR TIEMPO
El 24 de octubre de 1980 falleció el escritor argentino César Tiempo. Además de ejercer el periodismo en numerosos medios, fue poeta, autor teatral y guionista de cine. Israel Zeitlin -tal su verdadero nombre- había nacido en Ekaterinoslaw, Ucrania, en 1906. Extractos de Paseo alrededor de los demás, nota de Osvaldo Soriano publicada en el diario La Opinión el 10 de diciembre de 1972.




   "Recuerdo mis primeros trabajos en La Nación. Mandé unos poemas dedicados a Larry Semon, un cómico judío genial del cine mudo. El director del suplemento literario era Alfonso de Laferrère, quien me mandó decir que en ese momento no podía publicarlos, pero que más adelante tal vez sí. En fin, esas cosas que se dicen para sacarse a un tipo de encima. Pasó un año y Laferrère se fue de La Nación. Lo reemplazó Enrique Méndez Calzada, que era un tipo sensacional. Se suicidó en España, donde cumplía funciones de corresponsal de guerra. Era un gran poeta y humorista. Un día cayó en mi casa -yo vivía con mis padres- y se presentó: 'Yo soy Méndez Calzada y tengo un poema suyo para publicar. Me gustó mucho y lo comprometo a que me mande una colaboración por lo menos cada dos semanas'. Que a uno lo vaya a buscar el director del suplemento literario de La Nación a su casa no ocurre todos los días. Yo había comprado una máquina de escribir de 60 mangos y se me presentaba la oportunidad de sacarle el jugo.
   Méndez Calzada se quedó charlando un rato conmigo. Me preguntó si lo conocía a Fernández Moreno. 'Sí, de nombre', le contesté. 'Bueno, si quiere conocerlo, vístase y venga conmigo'. Salí rajando. Fernández Moreno vivía en Alsina y Entre Ríos. Llegamos a la casa y encontramos a su hijo César tirado abajo de una mesa. Me lo presentó y don Baldomero nos invitó a ver Luces de la ciudad, la película de Chaplin. Desde entonces nos hicimos muy amigos.
   Con los poemas que publiqué en La Nación y La Vanguardia, donde era director del suplemento cultural, hice un libro. El editor Gleizer me insistió para que lo publicara. Me dijo que fuera a la imprenta, eligiera el papel, la tipografía, todo. El dibujante, Manuel Eichelbaum, hermano del dramaturgo, me hizo 25 grabados y se publicaron todos. El volumen se llamó Libro para la pausa del sábado, apareció en 1930 y con él gané el primer premio municipal. El premio era de cinco mil mangos en una época en que Raúl González Tuñón, con tres mil, se hizo un viaje a Europa y lo invitó a Pondal Ríos. Creo que serían como cinco millones de ahora. Pagué las deudas de mi viejo y me fui a España a conocer a uno de mis grandes admirados: Rafael Cansinos Asséns, que para mí, es el mayor escritor de habla española. Era un prosista genial que se ganaba la vida traduciendo a los rusos y a los franceses para Aguilar.
(...)
   En la década del treinta me llamaron para que hiciera la página de teatro del diario Crítica. El horario era desde las nueve de la noche a las cuatro de la mañana. Era un ambiente romántico porque había mucha gente que sabía escribir y ganaba 180 pesos por mes en el diario. Estaban Guibourg, Rojas Paz, José Gabriel, González Carvalho, los Tuñón, Borges, Petit de Murat y otros. Botana era un periodista genial, muy imaginativo, que además escribía muy bien. En 1938 editó el diario El Sol, que tenía un suplemento de 32 páginas en diez colores. Varios nos pasamos de Crítica a El Sol. Yo era jefe de la página de teatro y hacía un suplemento.
   Laburaba como una bestia en esa época. Cuando pasé a El Sol, Botana me propuso que me hiciera cargo de la cartelera que iba al pie de la página de espectáculos. Me decía que los cines daban entradas -tres o cuatro plateas- gratis a cambio de ser incluidos en la cartelera y que luego yo podría venderlas en una agencia. Parecía un buen negocio. Fui a buscar las localidades pero nadie me quería dar. En el Odeón me decían que ya daban demasiadas entradas gratis y así todos. Entonces le dije a Botana: 'El negocio que usted me dio es un fracaso'. Le conté que no querían darme entradas. Botana se indignó: 'Hacé un brulote -me dijo-, escribí que el Odeón es un refugio de maricones y prostitutas y que recomendamos a las familias abstenerse de concurrir a esa sala'. Así lo hice. Se armó un lío bárbaro.
   Me llamaron del Odeón que justo estaba por presentar a Madeleine Grey, una gran cantante francesa, y la gente había empezado a devolver los abonos. Estaban desesperados: '¿Cómo me hace eso?, me decía el empresario. Le conté que Botana estaba muy fastidiado porque no nos daban entradas. Bueno, en lo sucesivo nos concedió un palco y cuatro plateas. Se corrió la bola y en todos los cines se pusieron muy amables. Cuando andaba escaso de noticias, Botana fletaba un avión con un periodista para levantar a los militares de algún país vecino contra el gobierno, y lo publicaba: 'Un redactor de Crítica, partió hacia Chile con el fin de sublevar a las tropas contra el gobierno reaccionario'. Botana era bárbaro."


César Tiempo lee el prólogo de Rapsodia Judía de José Rabinovich







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