12.8.09

El 13 de agosto de 1989

HACE VEINTE AÑOS FALLECÍA HUGO DEL CARRIL
Nacido como Piero Bruno Hugo Fontana, comenzó su carrera a los 16 años como locutor y estribillista. Grabó casi 200 canciones entre tangos, valses y milongas. Y en su dilatada carrera cinematográfica actuó en más de cuarenta películas, y dirigió otras catorce. Militante peronista, grabó en 1948 la famosísima versión de la Marcha de los Muchachos Peronistas.


-“Yo cantaba a dúo con un muchacho que se llamaba Roberto Acuña, en ese viejo ciclo que se llamó ‘Chispazos de tradición’. La voz del solitario era la suya; así decidimos hacer el dúo. Empezamos a buscar nombres y me dijo ‘Acuña-Del Carril suena bien, vamos a llamarlo así’. Y así me bauticé. Después murió, pobrecito, a los pocos años…

-Manuel Romero lo eligió, siendo muy joven, para hacer un pequeño papel en ‘Los muchachos de antes no usaban gomina’. ¿Fue por su estampa, por su pinta?
- No, por una coincidencia muy graciosa. Romero era un hombre que jamás escuchaba radio, sólo se dedicaba al cine y a sus aventuras noctámbulas. Pero un día, en el aniversario de la muerte de Gardel –se cumplía un año-, en Radio El Mundo me habían seleccionado para hacer dos canciones. Y Romero me escuchó, simplemente porque era una audición dedicada a Carlos Gardel, de quien él era íntimo amigo. Al día siguiente me mandó a llamar. Ahí comenzó mi carrera.

- Una carrera en la que tuvo maestros como Florencio Parravicini.
- Bueno… don Florencio no solamente fue un gran actor sino también un gran hombre, un ser muy humano. Y curiosamente, igual que mi abuelo, me pronosticó mi futuro como si lo hubiera leído. Todo lo que ellos me pronosticaron se cumplió…

- ¿Qué le pronosticaron?
- Que iba a pasar momentos amargos porque era bastante rebelde; pero era siempre rebelde con causa… A veces a la gente no le gusta que uno oponga pareceres o verdades, y de esa manera fui creándome también algunos enemigos.
(…)
- “Porque me pongo en el pellejo ajeno respeto mucho cómo piensan los demás; de manera que a mí las ideas políticas me tuvieron siempre sin cuidado. Si un amigo era un buen amigo, no me interesaba que fuera comunista, socialista o demócrata. Sobre todo si ese hombre tenía el talento que tenía Alfredo Varela. La cosa fue así. Un día Borrás me dice: ‘Mire Hugo, lea «El río oscuro» de Alfredo Varela –me lo dio en ese momento-, creo que ahí hay una gran película; hay que hacer una adaptación cinematográfica, pero el eje principal de la trama me parece que es como para sacarle muy buen partido, cinematográficamente’. Lo leí y coincidí plenamente con él. Y acá viene la anécdota curiosa. El libro era de un comunista a quien yo, por exigencias de la adaptación, tenía que visitar todas las semanas en Villa Devoto. Como consecuencia, también se me hizo un expediente como comunista… ¡En fin!, son los pequeños accidentes de la vida… Comprendí que dada la situación política de aquel momento, tampoco se podían hacer las cosas a ciegas y requerí una opinión más que autorizada, que era la del mismo general Perón. Le envió el libro, lo leyó, y a los siete u ocho días me contestó: ‘Dele marcha’. Posteriormente, la gente se sorprendió de que yo iniciara una obra de un autor comunista. A mí me tenía sin cuidado, porque no me importa el qué dirán. En mi carta le había explicado al general que el libro coincidía mucho con nuestras premisas políticas, con nuestras bases políticas. Parece que los únicos en el país que estaban enterados de que se hacía la película éramos el General, Varela y yo. Después él me preguntó por Varela, qué pasaba con él, y le dije que estaba detenido en Villa Devoto.

- ¿Y las causas de la detención cuáles eran? ¿Simplemente por ser comunista?
- La excusa fue por demás torpe… Perón me preguntó. ‘Dígame Del Carril, ¿por qué lo han detenido a Varela?’. ‘Mire, General –le dije-, según la versión policial parecería ser que «por hacer ciertas necesidades fisiológicas frente a la embajada soviética», lo cual es un absurdo porque, yo General, lo conozco muy bien a Varela, y en ese sentido le puedo decir que es una niña’. Se echó a reír: ‘Pero ese tema es absurdo’. Le dije: ‘No, General, no lo es, pida el expediente y verá que en el informe está’. Efectivamente, yo sabía que ahí constaba. Perón pidió el informe y a los pocos días Varela salía en libertad…

- ¿Cómo trabajaron en ‘Las aguas bajan turbias’? ¿Qué tiempo demandó la película?
La preparación de la película llevó un tiempo bastante largo porque no se podía pasar por alto la opinión del mismo Varela. Pero claro, él era novelista, y a veces el cine exige que la adaptación cambie el curso de la novela, bien por continuidad, bien por interés de secuencias, bien por el ritmo de la película… Vale decir que todas las semanas me veía obligado a ir a consultar a Varela y decirle: ‘Mire, hemos hecho este arreglo, este otro, ¿le parece bien?’. ‘Me parece bien’, contestaba él y seguíamos adelante. A veces objetaba algo y se discutía, pero siempre se llegaba a un acuerdo. Y así se hizo la película, un poquito entre sacudones…”

Fragmento de una entrevista a Hugo del Carril, publicado por la revista Humor®, número 150, de mayo de 1985.

MARCHA PERONISTA, interpretada por Hugo del Carril.


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